(15/08/20) 05:22 am
Necesito que me toque, de esa manera
que solo ella sabe hacerlo.
Necesito que me apriete, con los muslos,
con los brazos, con sus manos, boca abajo o al revés. Necesito que me
inmovilice para dejarme hacer.
Necesito que me aplaste, con todo su
cuerpo sin pensar en mí, en movimiento o quietud, en el antes o el después.
Necesito que me rasguñe y que en un
tiempo acaricie esa cicatriz.
Necesito cerrar los ojos y sentir su
dedo marcando recorridos nuevos entre cada lunar.
Necesito que me muerda, ahí donde no
me veo ni me llego a atajar.
No tiene nada de malo necesitar.
¿Verdad?
Necesito tocarla, apretarla,
aplastarla. Necesito rasguñarla y volverla a dibujar.
Necesito clavarle mis dientes para
volverla a besar.
Necesito inmovilizarla y dejarla
volar.
Necesito que me saque de encima y
dejarme caer para que podamos recuperar.
Y ni hablar de reír, gemir, gritar.
Mirarnos y después callar.
Qué poco tacto el mío, ¿verdad?
Andar gritando mi necesidad.
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