un
paso antes de la etapa alquímica de los ciclos
y
por ende, no terminamos de estar listos y libres
para
recibir lo nuevo que la vida tiene para nosotros
¿Prólogo?
Estoy
medio áspero, como sin vueltas. A punto de caer en el mal humor.
Vaso con vino de medio pelo y una pizza barata al lado de mi mesa
ratona. Venía manejando y me bajó (como casi todos los textos que
siguen) la necesidad de escribir el prólogo. ¿Por qué? Porque el
libro debería tener uno.
Todos
los textos fueron escritos sin la intención de que alguna vez
alguien los leyera. Diría que son catárticos o bajadas de cataratas
incomprendidas del mundo interno. Pero en este caso, tengo que
escribir algo que está dirigido a lectores. ¿?
Con
el paso del tiempo uno va dándose cuenta cuando fuerza la realidad o
cuando fluye con la realidad.
Con
los años sentís cuando forzas el propio sistema o cuando la
intuición hace que resuenes con tu sentido de vida.
En
el caso de este texto, no estoy seguro a qué lado pertenece.
Desde
el 2012 que estoy transitando una de las bisagras más agudas de mi
vida donde los ciclos anuales vienen calando hondo. Ni hablar de los
ciclos más amplios. Sin ir más lejos la primera vuelta de Saturno
hizo que todo se vuelva un poquito más duro y hostil. Por lo menos
para mí.
De
todas maneras ninguna descripción o apreciación mía, o de
cualquiera, sobre este momento bisagra va a poder menguar la belleza
y la potencia que trae consigo, y el Amor profundo que me genera. Y
eso lo agradezco con el Alma. No solo que lo agradezco por el
revuelco que me hace dar con la Muerte sino porque me llena de Vida.
Sobre todo desde mi último Encuentro con la Muerte y la Vitalidad
donde una de las actividades me hizo cambiar de cuajo mi punto de
vista sobre lo que viene.
En
un juego de visualización donde íbamos a enfrentarnos con la Muerte
para hablar con ella, se me presentó como un niño, pícaro, feliz,
risueño y atrevido, que me tomó de la mano impunemente y me invitó
a que lo acompañe. Delante nuestro se podía percibir el resto del
camino de nuestras vidas. Y lloré mucho, feliz de lavar ritualmente
etapas y registros internos.
A
la vuelta del ritual creo que comprendí algo:
Una
nueva vuelta está comenzando. Absolutamente desconocida. Totalmente
indescifrable. Prácticamente virgen. Y yo me encuentro parado ahí,
de la mano de una Muerte niño.
Todos
los textos que siguen expresan y redondean un momento. Textos que son
o proponen Muertes en diferentes lenguajes. Que van hacia la ruptura
de formas supuestamente elegidas. Y que me dejaron en el umbral del
Amor más profundo que pude sentir como ser humano.
¡Qué
sé yo!
En
todo lo que sigue, Soy.
¡Salud!
Fragmentos
06/11/13
(2)
Ciclos
Sin
Amor no hay Muerte, sin Muerte no hay Alquimia, sin Alquimia no hay
Amor.
No
tenemos que ser eruditos para saber que todo en el universo es
cíclico. Para no irnos tan lejos, unos ejemplos de los ciclos más
evidentes para nosotros son el día y la noche, las estaciones del
año y los ciclos de la luna. Otros son los de los cultivos y los de
las mareas. Y si nos detenemos y observamos un árbol podemos ver,
año tras año, lo maravilloso del ciclo perfecto que realiza
estación por estación. En fin... estamos rodeados e inmersos en una
naturaleza que es cíclica.
Ahora,
me pregunto: ¿Porqué los seres humanos somos tan necios de creernos
afuera de esto?
En
realidad vale aclarar que no podríamos creernos afuera de esto
porque nuestro cuerpo se ocupa de hacerlo evidente con el pasar de
los años, y junto con el cuerpo, todo el interior. Entonces me
vuelvo a preguntar: ¿Porqué buscamos convencernos de que podemos ir
en contra de los ciclos naturales? ¿Por qué nos creemos capaces de
“negar” o de ir en contra de nuestros propios ciclos? ¿No suena
soberbio?
Puede
ser, pero si me observo un poco más, no creo que sea soberbia sino
simplemente “miedo”. Y si soy honesto, creo que no le tenemos
miedo a todos nuestros ciclos, sino a algunos. Pero esa parcialidad
no aceptada, en el fondo, no genera otra cosa más que desorden y
desarmonía.
Ser
consientes de todos nuestros ciclos generaría alivio. ¡Ojo! No del
alivio que estás pensando. Nadie puede resolver nuestros desordenes
mezquinos. Alivio, en el sentido de que todo toma “sentido”
porque resonaríamos con todo lo que nos rodea, y eso nos daría la
posibilidad de conocernos mejor y transcurrir una vida ascendente más
armónica.
Aceptarnos
seres cíclicos creo que es un acto de profundo Amor para nuestro
cuerpo y su interior. O sea, un profundo acto de Amor para con
nosotros. Pasa que, aceptarlo, nos obligaría a cambiar nuestro
concepto sobre la “muerte” y aceptar lo maravillosa, necesaria y
fundamental que es para la evolución de la vida. Aceptarla como
compañera de camino no parece estar en nuestros planes y eso nos
aterra.
Pero
seguir temiéndole a la muerte nos hace detener, una y otra vez, un
paso antes de la etapa alquímica del ciclo (sea cual fuese) y por
ende, no terminamos de estar listos y libres para recibir lo nuevo
que la vida tiene para nosotros.
Imaginemos
que un árbol, llegado el otoño, no quiera dejar morir sus hojas
porque fue un verano espléndido y resultaron bellas. No solo que
frenaría el ciclo natural, sino que se les pudrirían
inevitablemente; y antes de reconocerlas y aceptarlas podridas haría
esfuerzos para mantener el recuerdo de lo bellas que fueron
impidiendo que en el próximo verano renazcan las “nuevas” igual
o más bellas. Ni hablar del retroceso que generaría en toda su
especie. Seguramente durante el invierno utilizaría mucha de su
energía en sostener el recuerdo de lo bellas que fueron para negar
lo que realmente sostienen sus ramas. Además, en sus adentros, no
estaría trabajando lo necesario para que en la próxima primavera
florezcan nuevamente.
¡Pobre
árbol diría más de uno! ¡Qué fuerte debe ser saber que sostiene
hojas podridas y que al mirarlas, solo proyecta su recuerdo de que
alguna vez fueron bellas!
Y
me vuelvo a preguntar: ¿Con cuántas vivencias, apegos, etapas
rancias carga nuestra alma que solo en nuestros recuerdos se
mantienen bellas? ¿Cómo poder vivir si estoy rodeado de cadáveres
y olores putrefactos y me hago el desentendido para no traspasar lo
que me provocaría dejarlos morir? ¿Qué nos causa más dolor,
sostener o aceptar? ¿De cuánto nos estaremos perdiendo por no dejar
ir lo que ya no es?
Ahora...
nuestro Ego se preguntaría ¿Cómo podría amigarme con la muerte si
eso implicaría dejar de existir? Y claro... solo la pregunta ya
aterroriza. Pero, por suerte, no todo pasa solo por la muerte física,
ni porque no sea física, deja de ser muerte. Lo maravilloso de la
naturaleza humana es que nos da la posibilidad de morir más de cien
veces durante nuestra vida. Diferentes tipos de muertes, diferentes
intensidades de muertes, diferentes profundidades de muertes,
diferentes calidades de muertes, pero todas, íntimamente ligadas al
amor, sea cual fuese. Si durante nuestra vida nos animáramos a vivir
profundamente cualquiera de nuestros ciclos y a morir más de cien
veces de manera consciente, cuando estemos cerca de la muerte física
ya vamos a tener el temple necesario para recibirla amorosamente y
entregarnos a eso desconocido que hay después y va a comenzar.
Te
preguntaste alguna vez: ¿En cuánto estarás afectando a toda la
especie al negar tu naturaleza? y ¿Cuánto podrías aportar a la
especie y al universo si te asumirías natural?
¿Por
qué tanta resistencia a sabernos seres naturales y vivir o morir
como tales?
¿Para
qué alargar la vida si el costo es escindirnos y volvernos de
plástico?
¿Quién
nos dijo que la evolución pasa por ser cada vez más artificiales?
Por
lo que veo a mí alrededor, en la naturaleza, todo lo que tiene
movimiento es cíclico o mecánico. Si nuestra vida cotidiana es más
mecánica que cíclica, entonces no estamos viviendo.
Lo
cíclico es natural. Lo mecánico es artificial.
En
los ciclos artificiales, lo que muere se tira, se desecha.
En
los ciclos naturales, lo que muere se alquimiza para nacer en algo
nuevo.
Por
suerte, cada año, en el último mes antes de nuestro cumpleaños el
universo tan generosamente nos vuelve a dar la posibilidad de
replantearnos todo esto, y más, para que podamos comenzar la nueva
vuelta al sol más livianitos.
31/01/15
(4)
Punto de vista
A
A
veces creo que…
Cuando
nacemos somos toda pureza, por ende somos toda sabiduría. Somos un
cuerpo-materia muy pequeño lleno de sabiduría. La sabiduría de los
tiempos y del universo, de la evolución de nuestra especie, del amor
y de la muerte.
Pero
somos tan pequeños que parecemos indefensos y vacíos porque
carecemos de conciencia de todo lo que traemos como esencia. Entonces
emprendemos un camino de descubrimiento hacia el conocimiento. Lo que
se dice “crecer”.
A
medida que crecemos vamos adquiriendo diferentes calidades de
conocimientos según la etapa de crecimiento que estemos
transcurriendo. Así vamos adquiriendo herramientas y elementos para
ir formando nuestra “razón” de manera consciente pero, a su vez,
nos vamos alejando lentamente de aquella sabiduría de origen que se
va transformando en inconsciente.
Cuando
llegamos a la mitad de nuestra vida (que sería el punto donde
dejamos de ir para empezar a volver según nuestra visión lineal)
nos encontramos en el lado opuesto, el más alejado de aquella
sabiduría inicial, inocente y ya hoy inconsciente.
Parece
que está bien que se den las cosas de esa manera porque se considera
que a esa altura de nuestra vida ya contamos con los conocimientos y
las herramientas suficientes como para continuar nuestro gran ciclo y
comenzar el lento retorno a aquel tesoro mágico que nos fue dado y
nunca comprendimos. Tesoro que debe tener la clave para que
enfrentemos con plenitud nuestro proceso de deterioro físico y así
cruzar el portal hacia lo nuevo de la mano de la muerte.
Cuando
morimos también podemos ser toda pureza, por ende toda sabiduría.
¿La misma del origen? ¿La misma que llegó con aquel cuerpo virgen?
¡Qué importa! Somos un alma llena de experiencia sin su
cuerpo-materia. Un alma sabia sin su “razón”. Puente de la
sabiduría de los tiempos y del Universo, de la evolución de nuestra
especie, del amor y de la muerte.
B
Otras
veces creo que…
Yo
no elegí nacer, nadie me preguntó si quería venir acá. O sea que
ya arranqué esta vida, éste camino de ida hacia no sé dónde, sin
el registro de haber tomado la decisión de arrancarlo. Y no es un
detalle menor porque por eso uno puede creer toda la vida que la
culpa de lo que “me pasa a mí” siempre es de otro. Y seguramente
cuando lleguemos a la mitad de la vida ya habremos experimentado
infinidad de atajos para volver a aquello y desaparecer de la
realidad. O, tal vez, ni nos acordemos para qué mierda estamos
echados en una rutina yerma. En ambos casos, sujetos a una espera
hecha cuerpo... (¿?)
Entonces
te pasas el resto de la vida esperando las soluciones de afuera, que
“otro” haga algo por vos, que te saque de acá, que encuentre a
aquel responsable de origen que hizo que hoy estés así dejando
pasar el tiempo sin más. Hasta llegar a encontrarte con lo único
seguro que tenemos desde que nacemos y que tampoco elegimos: La
muerte.
C
Y
otras siento que…
Toda
la vida se resume tan solo en dos etapas: aunque una de las dos
etapas (la segunda) no es para todos.
La
primera, que comienza cuando nacemos, es donde el sistema social, ese
sistema externo al que llegamos comienza a uniformarnos y a llenar
nuestra memoria virgen de conceptos, formas, mandatos, obligaciones,
estructuras, verdades absolutas, mentiras, posesiones, quereres
impuestos, objetivos a futuro, responsabilidades, amores, desamores
hasta saturarnos y dejar el menor espacio virgen posible.
La
segunda, que comienza más o menos entre los 30 y 40 años (en el
mejor de los casos y si es que reaccionamos y nos preguntamos sobre
el sentido de la vida) es cuando asumimos y empezamos a llevar a cabo
el minucioso y paciente trabajo de aceptarnos humanos, vulnerables,
sensibles para Amarnos lo suficiente como para vernos y empezar a
desenredar lentamente el ovillo de manojos de entramados creados en
la primera etapa (y que no elegimos libremente) para llegar a
vislumbrar, con suerte, parte de lo más esencial de todo nuestro
camino: El Ser. Sin importar los resultados para poder morir en Paz.
…
…
…
¿Ves?
En
todos los casos depende de uno, jeje…
¡Qué
locura!
03/03/15
(7)
Intrigas
Desde
hace tiempo, creo que desde antes de hacerme alguna pregunta, las
inquietudes estaban a la orden del día. Lo bueno de aquello fue que
formaron parte de mi Universo Infantil Imaginariamente Verdadero.
Con
el paso del tiempo esas mismas inquietudes fueron pasando a ser
profundas intrigas sobre esto que nos fue regalado que llamamos Vida.
Recuerdo
cuando pude haber decidido borrar y olvidar todas aquellas preguntas
que me provocaban tantos cosquilleos en el estómago y tantos
agotamientos mentales infantiles.
Pero
por suerte, lo cual agradezco desde siempre, supe que formaban parte
de una condición de mi existencia. Y no solo que decidí no
olvidarlas sino que comencé a indagar cuanta inquietud o intriga
tomaba mi cuerpo y mi mente. Así llegué hasta acá trayendo conmigo
una de las intrigas que resultó y resulta fundamental para mí: El
Amor. Y por ende, la Muerte. Cómo se limita o se potencia la
circulación de estas energías según la forma que las contienen y
el contexto en dónde se manifiestan.
Hace
unos cuantos años escuché que en el Tres está la clave del Amor.
Que simboliza el Amor Universal. Que si prestamos atención todo el
tiempo la energía busca triangular para entrar en movimiento. Que en
el Uno tenemos la Unidad. Que en el Dos la energía solo va y vuelve
y se polariza. Que en el Tres la energía entra en movimiento
creativo. Y que el Cuatro es la forma fija.
¡Qué
flash!
Y
hace poco, webeando leí...
“Históricamente
sabemos que entre los antiguos pobladores el Tres era el más Sagrado
de los Números; aun cuando es una figura Aritmética a la que se le
han atribuido algunas virtudes Místicas al asegurar que es la base
de los Signos de la Perfección, y por eso vemos que en la Filosofía
de Platón se le consideraba como la Imagen del Ser Supremo en sus
Tres personalidades: la Material, la Espiritual, y la Intelectual que
es lo que tácitamente determina a la Unidad Hombre. Tal vez por esto
Aristóteles llegó al convencimiento de que el Tres contiene en sí;
al Principio, al Medio y al Fin, lo que también viene a indicamos
que es el Símbolo de la Perfecta Armonía, del Factor de
Conservación y del Progreso natural, entre todos los Seres y las
Cosas”.
“Por
otra parte; si el número Tres representa a la Perfecta Armonía,
quiere decir que en eso puede haberse basado Virgilio para exclamar:
“Todo Número Tres Es Perfecto”; por esa razón sabemos que en
primer término esta Cifra figura en el Mundo Físico; luego en el
Mundo Moral y después en el Intelectual, como factor que señala la
esencia de los Signos; en relación con los Seres y las Cosas
conocidas y por conocer dentro del Universo”.
“La
Santísima Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios
en la mayoría de las iglesias cristianas. Esta creencia afirma que
Dios es un ser único que existe como tres personas distintas: El
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.
Tiene
sentido, ¿no? Sobre todo si trasladamos todo esto a las relaciones
amorosas. A la suma de planteos que venimos haciendo sobre “La
Pareja”. Esa forma “contenedora” del Amor que afirma que lo que
sucede dentro de ella está Bien y que todo lo que sucede por
fuera de ella está Mal.
Pero
entonces, según voy entendiendo ¿desde la pareja cerrada en su
forma rígida jamás vamos a acceder al Amor Universal?
A
ver...
Vamos
a averiguar un poco más sobre el Dos porque es probable que me esté
perdiendo de algo...
“Espacio
bidimensional. Es un módulo geométrico de la proyección plana y
física del universo donde vivimos. Tiene dos dimensiones, ancho y
largo, pero no profundidad. Los planos son bidimensionales y sólo
pueden contener cuerpos unidimensionales o bidimensionales”.
Ok...
entonces si tomamos la pareja como el espacio físico donde vamos a
pasar toda nuestra vida, solo puedo aspirar a hacerla ancha y larga
pero no profunda. ¡Qué alentador!
Pero
en la vida real no es así. ¡Si las parejas funcionan hace dos mil
años! Sino no evolucionaríamos como humanidad. Y para evolucionar
debemos ser creativos y estar en permanente movimiento. Pero ya quedó
claro que es la energía del Tres la única que puede generar eso.
Entonces ¿dónde está escondido el Tres en nuestro cotidiano, en el
Sistema que nos contiene, en el mismo creador de la forma “Amor de
Pareja”?
Yo
creo que en el Sistema Económico. El Sistema Económico completa
nuestra Santísima Trinidad. Instalando la creencia de que “tener”
nos va a permitir acceder y reemplazar todo lo que sabemos que en el
amor de pareja jamás vamos a alcanzar. De esa manera logran que todo
se mueva triangulando nuestra energía con el “tener”. Sino
observemos un poquito... toda pareja para sentirse viva triangula su
energía en sus proyectos a futuro. Para ser una pareja feliz hay que
tener primero un buen trabajo, para tener dinero, para tener lo
básico para vivir: casa, auto, perro, celular, ropa,
electrodomésticos, vacaciones, etc, etc, etc. (porque el sistema
siempre te hace sentir que todavía te falta algo por conseguir) Y
confiando en esta receta tratamos de llegar a ser felices alguna vez
y sentirnos realizados para morir en paz.
Pero
ésta triangulación se está agotando. A todos nos agota en algún
momento de nuestras vidas porque sabemos que no es la del Tres
verdadero, Tridimensional, sino que sigue siendo chata, plana, y en
el fondo tenemos la certeza de que por éste camino nunca vamos a
llegar a lo profundo de la vida. A lo profundo del Amor. Entonces, en
una búsqueda desesperada, cruzamos la barrara y empezamos a hacer
todo lo que está Mal conservando la forma porque así debe
ser.
¿Y
para los que queremos un cotidiano tridimensional? ¿Y para los que
queremos buscar abiertamente eso Profundo del Amor? ¿Cómo hacerlo
en esta época adentro de este sistema? ¿Cómo ponerle el cuerpo a
ese torrente de energía creativa? ¿Cómo animarnos a canalizar una
energía tan inestable e impredecible? ¿Será que no podemos? ¿Será
que nuestro cuerpo y nuestra psique no están preparadas por eso es
que nació éste sistema? ¿Entonces porqué mierda el adentro no
deja de empujar irrumpiendo en cada instante que aparece el Amor?
¿Será que necesita de algunos valientes que se animen a ir un poco
más allá de sí mismos contra todo y todos?
Qué
se yo…
El
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
La
Pareja, el Tener y la Felicidad.
El
Sentir, el Pensar y el Hacer.
El
Amor, el Camino y la Muerte.
El
Uno, el Dos y el Tres.
El
Individuo, la Pareja y ¿la Trieja?
¿Cómo
se sigue cuando ya abriste los ojos a esto?
11/03/15
(10)
Muerte
(12/11/2069)
Que
diferente suena la palabra Muerte de la palabra Muerto. Muerte suena
a algo todavía lejano, o que permite imaginar que hay algo después,
hasta puede ser poético. En cambio, Muerto ya suena a final, a bajo
tierra, a frío, al dolor de los que todavía quedan acá. Y pensando
un poco en ese dolor es que ya pensé el epitafio para mi tumba:
“Sabé
que lo que llorás no soy yo, lo que sentís es el dolor de tu
pérdida.
Cuando puedas secar tus ojos y ver con claridad el horizonte, te vas
a dar cuenta que donde estoy nunca podría hacerte llorar.”
Suena
lindo aunque no creo que haya donde dejarlo escrito. Jamás
permitiría un entierro tradicional. Primero que tomen de mí cuanta
parte sea útil para otros y que al resto lo hagan cenizas para
tirarlas en ese lugar que todavía no conocí.
A
veces creo saber lo que sucede en esos momentos. A veces siento ese
momento. A veces vivo ese momento.
Sin
importar adonde esté, el lugar físico donde suceda va a pasar a ser
trascendente, va a ser el último lugar de mi existencia por donde
pasé consciente. El ultimo de verdad. Y eso me paraliza el cuerpo. Lo
endurece. Reduce el ritmo cardíaco y acelera el flujo mental y
emocional.
¿Cuando
dejé de moverme por mi mismo?
Y
un nuevo punto de vista del techo se me instala. Y la realidad se
resquebraja frente a mis narices para que los ojos, ya agotados y
ebrios, comiencen a mirar para adentro. Que en realidad ese adentro
es ni más ni menos que el Todo.
Ojos
que dejan de mirar para empezar a ver. Y a veces tienen lapsos donde
vuelven a ver el afuera. Y acompañado de un leve gesto en la cara,
similar a una sonrisa, buscan encontrar ahí afuera un rostro en
especial (dos o tres rostros especiales como mucho). Ver ese rostro
eterno y joven, tristemente bello que siempre logró ensanchar mi
corazón a latidazos. Y esos otros dos rostros inocentes que me dan
el oxígeno suficiente para volver a sumergirme en mi nueva e
intermitente forma de estar. Dejándolos de ver sabiendo que puede
ser la última vez que los vea.
¿Y
si no vuelvo? ¿Y si de verdad ésta fue la última?
…
…
…
Pequeños
pinchazos nerviosos recorren mis rodillas y mis codos como si
estuvieran supervisando el estado en el que voy a dejar este cuerpo.
Fiel compañero. Diariamente descuidado por el pecado de dar por
sentada su fortaleza universal, su existencia y su eternidad.
Y
siento nuevos pinchazos. Y mis fosas nasales se hacen una. Y los
lapsos de estar despierto y estar ido, lentamente se invierten. Y
estoy más ido que despierto. Más allá que presente.
Y
si mis manos eligieran como último deseo volver a tocar, desearía
tocar solo una mano. La palma de Tu mano.
Y
si mis ojos se revelaran ante su último parpadear, desearía
encontrar esa mirada pícara. Esa que me anticipó lo que hoy es mi
próxima parada.
Y
si mis oídos lograran absorber el ultimo sonido, estate muy atenta,
muy atento, que solo quiero llevarme tus carcajadas.
…
…
…
Me
duele el pecho. Pero no es solo dolor físico sino un dolor de
corazones rotos, de amores asfixiantes, de gargantas oprimidas, de
miradas expectantes y decepcionadas. Dolor por todos mis Amores
Eternos...
Y
antes de dejar de darme cuenta quisiera que me toques para llevarme
conmigo lo virgen del impulso básico de mi sexo. Porque no creo que
todo termine apagándose una luz, creo que seguimos caminando entre
mundos perdiendo el registro de cuando respiramos por última vez. Y
si es verdad lo del último aliento, solo quiero una última cosa:
dejarlo en Tu boca. ¡Sí! En la tuya...
…
…
…
Que
raro se siente el corazón detenido. Qué raro se sienten los
pulmones vacíos. Los oídos oscuros. La nariz tapada e inútil. Qué
raro se siente convertirse en agua. Diluirse lentamente adentro de un
cuerpo vencido. ¡Te llevaría conmigo, compañero! Pero todavía te
queda trabajo por hacer.
Qué
raro se siente saber que nunca más esto tal cual lo viví...
Qué
raro se siente saber que nunca más...
Qué
raro se siente...
Qué
raro...
Que...
…
… Libertad
… Libre
…
Necesito
pedir perdón.
¿A
quién?... No lo sé.
¿Porqué?...
Tampoco.
Solo
sé que lo Necesito.