El misterio de la avenida
Aquel antiguo chisme de verdulería que
mutó en comentario de esquinas, es hoy casi una leyenda barrial.
Aquel letrero que dice mucho sin dar
hacia ninguna vereda y que ya nadie recuerda quién lo puso en su lugar.
Es más, solo se mira de frente con
aquella enamorada del muro que cubre medio patio de la abuela Leonor.
"El misterio de la avenida"
se aventuraron a llamarlo esas vecinas pillas que lo relojean desde el balcón.
Y como toda vecina nueva, haciendo
humo de la leyenda, estas pillas vendían su conocimiento al mejor postor.
Ellas decían saber qué era lo que
escondía aquel cartel de letras blancas y fondo azul. "Av. Génova"
enunciaba dando al patio de la Leonor.
Lo que nunca nadie imaginó, es que la
enamorada del muro y la abuela tenían escondida la posta y gracias a la magia
de las historias se las voy a contar hoy.
Cuando era joven la hermosa Leonor, la
época sepia y rígida no le permitió vivir abiertamente sus impulsos de amor.
Con su amante escondida bajo la
enredadera, enamoradas del muro enredaban su pasión.
Clandestinas, prohibidas, calientes y
dignas de perdición, se amaron hasta que la vida de mierda las separó.
A los meses ese cartel, bajo la
enredadera apareció y para sellar la clandestinidad, fue la propia Leonor la
que lo colgó.
Las vecinas pillas, el rumor de
verdulería y los chismes de balcón, miran el cartel y leen Av. Génova sin
dirección.
Cuando en realidad significa, dicho
por la propia abuela, "Acá Vivió Génova"... Que fue su primer y
clandestino amor.
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