El poder del descuido o de la distracción.
Más que nunca queda claro que para
dejar huellas solo se necesita una acción.
Ni siquiera es necesaria la voluntad
de querer dejarla ni la consciencia sobre el hecho en sí.
Huellas... Marcas que logran
trascender el descuido.
Químicamente seducidas por el óxido
para perdurar, mutar, marcar, sellar.
Químicamente seducidas por el agua, el
aire, un ojo, una mano, para mutar en belleza en estado de sagrada
putrefacción.
¿Qué vemos acá?
Huellas de una humanidad que
sintetizan su evolución (sucia, rota, vieja, de mugre ancestral) vistas por
algún visitante lejano que cayó por acá, víctima del descuido o de la distracción.